Como corredor
aficionado he compartido y aprendido mucho de experiencias propias y de otros
compañeros de fatigas. En concreto Fernando, compañero de afición y colega de
profesión, me repite muchas veces algo como: "Es peor no poder correr que
estar corriendo".
¿Que pasaría si
cada vez que tenemos miedo a hacer algo nos lo planteásemos así?, pues
posiblemente que nos daríamos cuenta de que el miedo nos paraliza, no nos deja
actuar, nos postra en un sillón y no nos permite alcanzar nuestros sueños, y
todo esto es tanto o más peligroso que el dar el paso, intentarlo.
Tener un fin en
mente, dar pequeños pasos cada día, ser proactivos, imaginativos y tomarnos los
nuevos retos como un juego más de la vida puede llevarnos a obtener efectos
positivos en poco tiempo, estando cada vez un paso más cerca de nuestro
objetivo.
No dar lo mejor de
uno mismo es desperdiciar el talento que se nos concede y el miedo no debe ser
una excusa.
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